viernes, 2 de noviembre de 2007

Presentación no presentada

Lunes, diciembre 13, 2004

PINAL DE AMOLES.

Una hermosa población, pequeña y bastante similar a la ciudad de Guanajuato, es Pinal de Amoles en el estado de Querétaro. Sus calles al parecer mal trazadas, pequeñas y con demasiados aires a vejez, visten este poblado semi escondido entre los montes y quebradas con que cuenta este hermoso estado saturado de contrastes montañosos y climáticos. Al llegar, tuvimos que hacer frente a un extraño frío que nos dio la bienvenida, con lo que tuvimos que dar cuenta de los abrigos o sudaderas que portábamos en el equipaje. Digo extraño porque, en nuestro recorrido desde San Luis Potosí hacia esa tierra, el clima había venido desde muy cálido, hasta una lluvia que nos sorprendió en plena sierra madre oriental y que, por fortuna, amainó a nuestro arribo a Pinal. De nueva cuenta en esta población nadie sabía de nuestra presentación. No había un solo cartel de la soprano en las tiendas, los postes, el centro o algún abarrotes que nos indicara que ahí se llevaría a cabo el evento. Mientras Natalia y su esposo buscaban al encargado de la casa de la cultura, el resto permanecimos en la camioneta esperando, mirando el ir y venir de la gente en esa zona y sintiendo el hermoso frío que nos acompañaba. Los días pasados en San Luis Potosí habían sido cálidos en extremo y este frío nos invitaba a saborear de algún buen café o de la compañía de alguien querido. Soplaba un viento que me traía demasiados recuerdos. Cabo San Lucas y sus hermosos febreros fríos se anidaron en mi nostalgia. El sol se ocultaba sigiloso entre algunas nubes del cielo hermoso que gozaba Pinal en esa tarde y, como el hambre hizo mella en nuestros estómagos, decidimos hacer algo por el vivir. Nos encontrábamos justamente fuera de una posada céntrica y de buen aspecto pero que no tenía habitaciones disponibles, no obstante, su restaurante contaba con servicio para todo el público y acudimos ahí. Los refrescos propios del lugar hicieron su aparición sobre nuestra mesa y un buen “bistec a la mexicana” se postró frente a mis ojos para ser degustado. Obviamente que el café no faltó después de tan suculento platillo. Habíamos ya concluido con nuestros alimentos cuando hicieron arribo Natalia y su esposo con “noticias”. Resultó que el encargado de la casa de la cultura se encontraba bastante ajetreado debido a que ese día (sábado en nuestra gira) se iba a casar una hermana de él, con lo que sólo llenó la respectiva forma que debíamos reportar con cada encargado después de realizado algún evento y donde se recavaban datos del aforo y demás pormenores. Este papel serviría para nuestro pago posterior. Aquel papel decía al calce en alguna anotación a manera de comentario: “Estupenda presentación. Ojalá que nos hagan llegar más eventos de esta calidad a Pinal”. Firmaba el hombre y calificaba nuestro evento como “excelente” sin siquiera haberse dignado en conocer físicamente y al menos a los participantes del fallido y cancelado recital. - ¡Lástima! – Nos dijimos los unos a los otros mientras nos sonreíamos un tanto frustrados al no poder presentarnos y hospedarnos en aquel pueblo que se miraba tan acogedor y entrañable como pocos que conocimos a lo largo de la gira y, a la vez, nos alegramos de “ganar” el dinero de ese día de presentación sin haber tocado una sola nota o instalado algún cable. Huimos de ahí rumbo a nuestro siguiente destino pasando por aquella sierra llena de paisajes exuberantemente forrados de árboles y, de pronto, al virar en alguna curva, la sequía se plasmaba en el entorno y sin previo aviso. Lo extremo y diverso del panorama queretense se mostraba ante nuestros asombrados ojos. Ellos, pararon alguna que otra vez para tomarse algunas fotografías con los bellos paisajes detrás y volvíamos juntos al camino. En otra de esas, pararon solamente a orinar o para arrojar piedras a lo lejos en despoblado... nadie sabría siquiera de nuestra existencia en el mundo a esa altura de la gira o sobre esa latitud del planeta y la República Mexicana. Las carreteras se mostraban solitarias cual compañeras silenciosas de nuestra propia soledad.

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